Me gusta comer, aunque algunas veces no lo considero un placer.
Tampoco me gusta sentarme a la mesa, odio infinitamente el comedor. Se me hace absurdo el compartir un momento tan intimo.
Para mi comer es como cuando duermes, o cuando haces el amor. Es algo que con pocas personas comparto y es una señal de que confío en la otra persona cuando me ve devorar una hamburguesa o un platillo completo. Es como mostrarme desnuda.
El comedor es una cárcel, debes de mantener una posición, no subir los codos, masticar con la boca cerrada, permanecer atento, no hacer ruido con la cuchara, no sorber, no tomar agua entre comidas, evitar hablar con la boca llena, pedir las cosas, pedir permiso para una doble ración, no mezclar, sonreír porque te gustó la comida, sonreír aunque no te gustará la comida. Y en los hogares más tradicionalistas no ver televisión, pedir permiso para retirarte, para servirte agua, para tomar un pan e incluso dar gracias al señor Yisus Craist.

Si en algún momento me invitan a comer y acepto, los considero personas respetables, no hagan que pierda ese respeto llevando frente a una mesa en un restaurante con mala comida. La mala comida, la prefiero en un buen lugar.
2 comentarios:
Pero si te ha gustado el bufet chino... yo digo ke repitamos y si no ... llevame a comer a otro lado. pero ya quiero verte!! =*
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